miércoles, 6 de febrero de 2013

Marioneta.

La tarde viene torpe e intranquila a robar el sol. Las nubes se esfuerzan en teñir un cielo de azul perfecto, dejando un rastro casi inexistente y transparente. Los pájaros dejan una melodía suave y alta que tranquilizaría hasta el más intranquilo ser humano. Las piedras de este suelo son totalmente ya opacas, están cansadas de ser pisadas. Un silbido fino de aire mueve algunas hojas, aquí y allá. Al fondo las montañas lucen y presumen con su forma habitual. Una balsa a sus espaldas se respira estancada, sola, como siempre, acostumbrada a no moverse. Los trabajadores de una obra desgastada por los años, a lo lejos, esperan ansiosos la hora de partida.

Una conversación acalorada se escucha al fondo, las palabras suenan en eco, tristes y ahogadas:

- Y mírame me estas dejando ir. Me voy a ir de tu lado como una hoja es movida por el viento. Así sólo estas desatando las cuerdas, pero sigues impregnando muchos recuerdos que crees haber olvidado. Al final será tarde, muy tarde; y aunque decidas irte no soltaré tu mano, te arrastraré conmigo. Te estás ocupando de borrar cada paso que tú has dejado por el jardín de mis fragancias. Te empeñas en no tocarme, y es sólo porque así duele menos. Pero lo sabes, sabes que siempre estaré presente en ti, y que nadie más caminará con tus mismos pasos ni por el mismo camino...

- No, eso es lo que tu corazón quiere que sea, pero lo cierto es que ya no soy tu marioneta.

Ella simplemente suspiró y se dejo caer en la cama; cogió su guitarra, y comenzó a tocar los acordes de una canción desfasada por el tiempo, pero que pincha el corazón: " ¿por qué me cantas rumbas tristes cuando estás borracha...?" Pensaba en como ese era el fin y ya nada sería lo que antes había sido; no podía evitar sentirse abrumada, demasiadas verdades en tan pocas palabras. Duda, deja de tocar, sonríe y luego llora ahogándose de nuevo en esos acordes. Despedirse últimamente parece de cobardes, sobre todo si te vas y en realidad quieres quedarte. Ya no quiere que haya vínculos, que la luna deje de traerle ese absurdo susurro, que deje la noche de apuñalar las heridas. Poner punto y aparte, abrir una nueva ventana.

Y el tiempo se convirtió en oro...


No hay comentarios:

Publicar un comentario