martes, 18 de junio de 2013

Salvarte.


Escuché como bebía la noche mientras gritaba a la luna. Se vistió de lagunas grises y aroma de sal, de un mar sin agua en el que nadar. En su cuerpo anidaba toda la calima del mundo, toda la rabia subida al peldaño de todo su infortunio. Vi como lloraba las noches y reía los días, como el tiempo sacudía su pecho de un extremo a otro, todo lo lejos del borde del mundo. Sentí su dolor queriendo forjar un terraplén repleto de todas las cosas alegres, que nunca supo aprovechar y que las torno negras y malas. Entendí millones de veces como la tortura era su buen motivo de vida, como el sol le parecía la peor putada del mundo; entendí que ni siquiera vivía por vivir. Vi las atrocidades que cometía  su corazón, como se sometía y se iba pudriendo con el paso de los días. Yo, te prometo, que intente salvar su mundo, o lo poco que dejó limpio. Me entretuve tejiendo una vida nueva para él, de verdad que sí; algo con lo que poder salir a flote. Miré tras sus ojos el moho que tenía todo lo que tocaba, que lo arruinaba, que lo hacía inservible, que lo mataba. Yo caminé con él durante un tiempo ¿Sabes? Éramos dos pasajeros que volaban cerca, pero en distinto vuelo.  
Provoqué la mejor figura de sus labios, si, cuando sonreía. Y de verdad que entonces pensé que era feliz, que la vida había cambiado, que volvía a tener entre sus dedos una nueva oportunidad. Pensé que todo empezaba a parecerle vida, que todo cobraba por primera vez sentido. Intenté convertir un camino en nuestro camino, hacer que se enamorase y enamorarme yo también...Pero al final entendí que era una espectadora más, y que a veces cuesta mucho encontrar algo que lleva largo tiempo perdido. También he sabido que soy una cobarde y que no tengo fuerzas para llevar ese caos que tiene por mundo y esa rabia que tanto forma parte de sus manos.
Aún te echo de menos, aunque tú me eches de más; aún me pierdo en tu foto, y a veces sigo sintiendo en mi labio el mordico de tu boca. 


Tal vez alguien pueda aún salvarte, para entonces, ven y sálvame tú a mí.

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