miércoles, 12 de agosto de 2015

Tres.

10:03 am
¿Dónde está la tecla de olvidar?
Enséñamela, que es la única manera de que puedas verme con claridad.

10:29 am
Estoy provista de sentimientos kamikazes, un puñado de recuerdos que aún no tengo, cientos de historias que siguen en su primer capítulo, y un único abrazo que puede cambiar el mundo.
Cámbiamelo.

10:50 am
Toda la ropa que esparces por tu suelo tiene que ver mucho con mi vida. Todas tus conjugaciones en pasado tienen muy poco que ver con la mía.
Las veces que he querido ser presa del pretérito y desangrarme en tu naufragio; y si me ahogo, que me ahogue. Pero habré formado parte de un algo tuyo. 

11:00 am
La puntualidad es traicionera. El tiempo colindante en esta acera tiene formato de soledad. Es la quinta vez que le pregunto a mis ojeras malvas -como dice el gran Sabina- a cuántos amaneceres estoy de ti. En este lado de la vida el paisaje es muy bonito, y aún no sé dónde acaba la poesía y empieza la vida.Es la sexta vez que le pregunto a mis ojeras malvas a cuántos amaneceres estoy de ti.

12:30 pm
No creas que no he intentado que sea un miércoles cualquiera. He vuelto a bajar mis persianas. El escritorio y estas hojas son una mala compañía. Sigo alimentado este monstruo de tu recuerdo vano. Pero sigue teniendo sed. 
Cada día veo como se hace el día. Cada día veo como muere la luz. Es hora de que admita que ha dejado de impresionarme. ¿Si el día muere y vuelve a renacer, no puedo hacer yo lo mismo?
Anoche dejé de ser cualquier forma humana que puedas entender, anoche morí en tus certezas; todavía intento ser mentira. He visto a tu verdad desmadrarse y no era conmigo. 

06:00 am. Dejavú 
No tengo idea de adónde voy, solo sé que llego tarde. He pasado por debajo de tu portal como unas cuantas veces que ni siquiera se contar. Quería gritarte "si la vida llueve, no me seas impermeable y mójate". Después he entendido que huir de mí es salir a encontrarte. 
Sigo teniendo el delirio en tus dudas, gula de tu boca, hambre de tu oblicuo; sigo teniendo el tiempo agotado. Préstame un par de años. Prometo devolvértelos con un TAE del 100% de las noches que no pidas.

12:55 pm
Todo sigue igual que ayer. Todo es diferente a anoche. El amor sigue apretándome en la garganta, mi piel sigue tensa de tus caricias. Me asfixia, pero el aire ya no me resulta complaciente. No tengo freno que pisar, voy hacia tu muro sin tener la más mínima intención de salvarme. -Aún tienes tiempo de ser mi airbag- Nuestro amor tiene muchos sentidos y una única dirección.

13:17 pm
Dime, ¿Qué hago yo sin mi propio Sol?

Cartas de la chica simiesca. 





domingo, 9 de agosto de 2015

Dos.


Hola, adicción. 
Sé que has venido para quedarte, sé que ya no puedo echarte, sé que si algún día decides irte será para retornar a mi en forma de perfección, sublime y elegante, haciéndome ver que sin ti la vida es de otro color diferente a los extremos que más me gustan.
Ya lo sabes, has llegado como un relámpago: asustando y cegando al mismo tiempo. Y sé que meterme en tu abrazo suicida es quedarme a vivir en un mar estando repleta de heridas. Dueles pero curas al mismo tiempo. 
Qué bien sienta esta autodestrucción. Meterme en tu tornado y pensar que no hay miedos en ti. Pero los hay. 
Qué bonito vivir muriendo en tus brazos; que cada vez que sufres algo se apaga en el mundo, y me apago yo con él. Yo, que siempre he pensado que tenía luz propia.
Qué bonito suicidarme en tu cama, dejarme sentir humana. Yo, que siempre he pensado que era de otro planeta. 
Qué bien me sienta encangrenarme la piel de los versos de tu boca; qué bien te sientan las noches crudas en mi piel desierta; deshidratada de mi.
Oblígame a hacer las cosas mal, corrígeme si las hago bien. Quiero vivir en lo incorrecto de lo normal, quiero sentir en el desfase del amor caótico. Quiero que me quieras de vez en cuando. Yo también te querré a veces. 

Y sentir que te pierdo es encontrarme otra vez, como si nunca me hubiera extraviado, como si siempre  hubiera sido narcoléptica de tu espalda desnuda, de tus músculos poetizados por expertos; sonetos tristes de la primera noche, ya sabes.
Pero si vuelves a perderte dime, ¿Qué hago yo sin mi propio Sol?

Cartas de la chica simiesca.




sábado, 8 de agosto de 2015

Uno.

Siempre le he mirado como si fuera magia. 
No puedo encontrar el minuto ese en el que se volvió guerra. Aunque siempre me ha gustado perderme en cualquier munición. Aprendí entonces que debía elegir entre la calma o él. Y ahora solo tenéis que ver mi desvarío continuo.

Ya sabéis que siempre me ha gustado ser lo opuesto a lo sano, pero nunca antes había tenido tanto miedo a ser dañina. Supongo que es porque le quiero, de una manera en la que no quiero que me entienda. No, no quiero comprensión; la guerra nunca lo fue. Siempre fue más de dejar desolada la vida, el cuerpo y el corazón. Por eso sé que en esta trinchera la que sobra soy yo. 

No debería estar partiendo el sentido, no debería dejar su felicidad a mi merced, mover el tiempo a mi capricho, pinchar la ira con su sosiego; no debería hacer con él todo lo que se supone que hace la poesía. Pero el amor te hace ser quien no quieres ser, o te hace ser quien eres en realidad. 

Pero últimamente todo lo que me atrae es malo, ilegal, amoral, adictivo, emborracha, despeina o es él. Y todos estos días he aprendido que ante  la duda  he de rendirme al instinto. Al más primario. Ese de morder por encima del precipicio. Y dejar que venga a robarme versos. 

Después están esos imbéciles que dicen que el dolor es opcional. Y que razón tienen. Hemos decidido hacernos daño, por el simple hecho de confirmar que toda esta historia rara ha sido de verdad. Con otra gente siempre me ha faltado tiempo, contigo me faltan vidas.

Ahora podemos ver que los días grises también forman parte del verano, y me quedan días planificando otra forma de felicidad que no tengan la forma de tus manos. Mientras tú vas desquitándote de mi, con pequeñas dosis de felicidad etérea, con enormes recuerdos de mis pies liándose en tu cama, siendo tu octava maravilla escondida; y actuarás como si no fuera enfermedad para ti o el latido que eleva tu encefalograma.
 Pero yo sigo siendo el destino aleatorio para ti. Seguirás desequilibrando mi orden del sueño, aunque estés cerca, distanciado. Pero dime, ¿Qué hago yo sin mi propio Sol?

Cartas de la chica simiesca.