sábado, 2 de abril de 2016

En estos últimos años he sobrevivido a sonrisas que no eran tuyas.
Tengo guerras en mis ojos, trincheras que andan firmando treguas con el ayer. En mis ojeras hay atardeceres buscando noches a tu lado, y solo encuentro una jauría de soledad. Sé que no vas volver, la muerte no regresa para nadie. Pero la anemia del pasado se ha instalado a cachitos en mis huesos. A veces puedo domesticar este vacío, recomponer cada trozo de mí, pero sigo teniendo frío de ti.
No soy digna de acariciar tu recuerdo. De acicalar tu voz ahora que ya es ajena. 
No valgo para escribirle al viento, ahora que tú no domas huracanes.
Intento vaciar la distancia entre todas tus miradas que aún me quedan por besar. Pero el cielo queda alto para poetas inexpertos. 
Me quiero libre, aunque mis alas estén invertebradas, yo sigo coleccionando insomnios para escribirle a tu fantasma.

jueves, 28 de enero de 2016

Cinco.

Después de 140 días vuelvo con enero y con un ejército de silencios. 

Te recuerdo a cámara lenta, momentos en distorsión. Y no creas que he dejado de caer. He querido escribir como mínimo 2 veces por día, pero todo tiene tu nombre. Me he cansado de esconder bolígrafos. Escribir-te es besar de nuevo el desorden. 
Ya nada tiene lucidez. Los días son otro epígrafe de  de tu vida perfecta, yo sigo siendo una indigente emocional alérgica a la utopía. 

Cada día muero un poco más rápido, un poco más estricta. Sigues siendo todos los poemas que aún me quedan por escribir. La vida es un insípido mordisco, un eterno trago de ti, una incansable antología de nosotros. 


He vuelto a ser la chica que pierde el equilibro. Y que ahora siente vértigo no sólo cuando mira hacia abajo, sino cuando mira hacia atrás. Y prefiero ser valiente y reconocer que todo lo que te echo de menos es culpa mía. Mi corazón  va sobre ruedas como nunca, no sé si peor o mejor. Diferente sin dura. Las metáforas son sólo una mala forma de decirte que aún te quiero, una forma estúpida de perder el tiempo disfrazando en prosa triste esta catástrofe.

Como diría Leiva, hace tiempo que me estallo a tu salud. Hace rato que has vuelto a ser oxígeno, mucho tiempo hace ya que estoy enamorada de este desastre, que decirte adiós tantas veces es la nueva forma de no dejar que te vayas de mi mente.

El frío sigue siendo ausencia de ti, no sé si tus manos siguen acordándose las mías. Pero ojalá. Y lo llevo bien, mal o mejor dependiendo del minuto. Y sé que para ti olvidarme ha sido cosa de periodos de una par de noches. 

Planear estas aspiraciones autodestructivas está siendo el prólogo de un principio ya acabado; vivir es un suspiro vano, y ser tu octava maravilla sigue siento un anhelo ya olvidado. 

Pero, dime ¿Qué hago yo sin mi propio Sol?


Cartas de la chica Simiesca. 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Cuatro.

I
"Tu colchón sigue siendo una suite de lujo. Un bonito precipicio"
He calculado mal el invierno.  Tendré que no acostumbrarme al sol de otoño; tendré que acelerar enero. 

II
Mis ojeras están hechas a tu medida. He perdido la cuenta de noches que no siento tu punzada.  ¿Dónde estás? Tengo asma de ti, una rabia sin justificar, tos lacrimal y un grave nudo en la garganta.
Creo que a este nudo aún le puedes dar otra vuelta. 

III
"Ya ves, siempre pensando que el amor era una cárcel; pero al otro lado de su alambrada tampoco está la libertad"

IV
Ya estoy acostumbrada a las drogas delicadas. La vida sigue mirándome como si no entendiera nada; sigo teniendo  el aroma de tu sexo quemándome en los dedos. 
Me has puesto muy difícil eso de no ser una inconsciente.
Puedes seguir dejándome sin palabras, recuerda que entonces tendrás que entretener mi boca.

V
Desde ayer el café es solo y con leche. De ti me bebería hasta la última gota. A ti, la longitud de mi debilidad. Quizá sea tarde para volar, pero no para trepar. Será tarde para mí, pero no para un conmigo.

VI
Cuatro de cada cinco veces pienso en ti. La otra en nosotros. 

VII
Te juro que si salimos de esta te invito a otra -"no jures tonta", dirías tú-
¿Sabes? Podría haberte evitado, pero quise sentir. 
Esperarte mucho ¿O no? A veces mucho es un montón de nada. Me apeteces como nunca y no te tengo como siempre. 

VIII
No quiero salir ilesa, es una mala forma de morir.
Podría llorar -más- pero voy a vivir. He dejado de ir hacia donde quiera que estés. Ahora mi peor adicción es el vértigo que me das. Y ojalá que cuando me toques se te vaya de las manos.

IX
Fíjate, toda esa gente leyendo lo que te escribo a ti. O alomejor no te escribo a ti. Y ahora piensas: "¿Será para mi?"
Pero mira, "me volvería a tirar" pienso, mientras  voy cayendo. 
Te has ido y me echo de menos. Has sido el detonante que no se ha quedado a ver la explosión.
Pero ya no importa; sé que para ser olvido hacen falta muchos recuerdos. Y de esos tienes sacos.


X
Por ahora sigo despertándome en el lado equivocado de la vida.

¿Qué hago yo sin mi propio Sol?

Cartas de la chica Simiesca.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Tres.

10:03 am
¿Dónde está la tecla de olvidar?
Enséñamela, que es la única manera de que puedas verme con claridad.

10:29 am
Estoy provista de sentimientos kamikazes, un puñado de recuerdos que aún no tengo, cientos de historias que siguen en su primer capítulo, y un único abrazo que puede cambiar el mundo.
Cámbiamelo.

10:50 am
Toda la ropa que esparces por tu suelo tiene que ver mucho con mi vida. Todas tus conjugaciones en pasado tienen muy poco que ver con la mía.
Las veces que he querido ser presa del pretérito y desangrarme en tu naufragio; y si me ahogo, que me ahogue. Pero habré formado parte de un algo tuyo. 

11:00 am
La puntualidad es traicionera. El tiempo colindante en esta acera tiene formato de soledad. Es la quinta vez que le pregunto a mis ojeras malvas -como dice el gran Sabina- a cuántos amaneceres estoy de ti. En este lado de la vida el paisaje es muy bonito, y aún no sé dónde acaba la poesía y empieza la vida.Es la sexta vez que le pregunto a mis ojeras malvas a cuántos amaneceres estoy de ti.

12:30 pm
No creas que no he intentado que sea un miércoles cualquiera. He vuelto a bajar mis persianas. El escritorio y estas hojas son una mala compañía. Sigo alimentado este monstruo de tu recuerdo vano. Pero sigue teniendo sed. 
Cada día veo como se hace el día. Cada día veo como muere la luz. Es hora de que admita que ha dejado de impresionarme. ¿Si el día muere y vuelve a renacer, no puedo hacer yo lo mismo?
Anoche dejé de ser cualquier forma humana que puedas entender, anoche morí en tus certezas; todavía intento ser mentira. He visto a tu verdad desmadrarse y no era conmigo. 

06:00 am. Dejavú 
No tengo idea de adónde voy, solo sé que llego tarde. He pasado por debajo de tu portal como unas cuantas veces que ni siquiera se contar. Quería gritarte "si la vida llueve, no me seas impermeable y mójate". Después he entendido que huir de mí es salir a encontrarte. 
Sigo teniendo el delirio en tus dudas, gula de tu boca, hambre de tu oblicuo; sigo teniendo el tiempo agotado. Préstame un par de años. Prometo devolvértelos con un TAE del 100% de las noches que no pidas.

12:55 pm
Todo sigue igual que ayer. Todo es diferente a anoche. El amor sigue apretándome en la garganta, mi piel sigue tensa de tus caricias. Me asfixia, pero el aire ya no me resulta complaciente. No tengo freno que pisar, voy hacia tu muro sin tener la más mínima intención de salvarme. -Aún tienes tiempo de ser mi airbag- Nuestro amor tiene muchos sentidos y una única dirección.

13:17 pm
Dime, ¿Qué hago yo sin mi propio Sol?

Cartas de la chica simiesca. 





domingo, 9 de agosto de 2015

Dos.


Hola, adicción. 
Sé que has venido para quedarte, sé que ya no puedo echarte, sé que si algún día decides irte será para retornar a mi en forma de perfección, sublime y elegante, haciéndome ver que sin ti la vida es de otro color diferente a los extremos que más me gustan.
Ya lo sabes, has llegado como un relámpago: asustando y cegando al mismo tiempo. Y sé que meterme en tu abrazo suicida es quedarme a vivir en un mar estando repleta de heridas. Dueles pero curas al mismo tiempo. 
Qué bien sienta esta autodestrucción. Meterme en tu tornado y pensar que no hay miedos en ti. Pero los hay. 
Qué bonito vivir muriendo en tus brazos; que cada vez que sufres algo se apaga en el mundo, y me apago yo con él. Yo, que siempre he pensado que tenía luz propia.
Qué bonito suicidarme en tu cama, dejarme sentir humana. Yo, que siempre he pensado que era de otro planeta. 
Qué bien me sienta encangrenarme la piel de los versos de tu boca; qué bien te sientan las noches crudas en mi piel desierta; deshidratada de mi.
Oblígame a hacer las cosas mal, corrígeme si las hago bien. Quiero vivir en lo incorrecto de lo normal, quiero sentir en el desfase del amor caótico. Quiero que me quieras de vez en cuando. Yo también te querré a veces. 

Y sentir que te pierdo es encontrarme otra vez, como si nunca me hubiera extraviado, como si siempre  hubiera sido narcoléptica de tu espalda desnuda, de tus músculos poetizados por expertos; sonetos tristes de la primera noche, ya sabes.
Pero si vuelves a perderte dime, ¿Qué hago yo sin mi propio Sol?

Cartas de la chica simiesca.




sábado, 8 de agosto de 2015

Uno.

Siempre le he mirado como si fuera magia. 
No puedo encontrar el minuto ese en el que se volvió guerra. Aunque siempre me ha gustado perderme en cualquier munición. Aprendí entonces que debía elegir entre la calma o él. Y ahora solo tenéis que ver mi desvarío continuo.

Ya sabéis que siempre me ha gustado ser lo opuesto a lo sano, pero nunca antes había tenido tanto miedo a ser dañina. Supongo que es porque le quiero, de una manera en la que no quiero que me entienda. No, no quiero comprensión; la guerra nunca lo fue. Siempre fue más de dejar desolada la vida, el cuerpo y el corazón. Por eso sé que en esta trinchera la que sobra soy yo. 

No debería estar partiendo el sentido, no debería dejar su felicidad a mi merced, mover el tiempo a mi capricho, pinchar la ira con su sosiego; no debería hacer con él todo lo que se supone que hace la poesía. Pero el amor te hace ser quien no quieres ser, o te hace ser quien eres en realidad. 

Pero últimamente todo lo que me atrae es malo, ilegal, amoral, adictivo, emborracha, despeina o es él. Y todos estos días he aprendido que ante  la duda  he de rendirme al instinto. Al más primario. Ese de morder por encima del precipicio. Y dejar que venga a robarme versos. 

Después están esos imbéciles que dicen que el dolor es opcional. Y que razón tienen. Hemos decidido hacernos daño, por el simple hecho de confirmar que toda esta historia rara ha sido de verdad. Con otra gente siempre me ha faltado tiempo, contigo me faltan vidas.

Ahora podemos ver que los días grises también forman parte del verano, y me quedan días planificando otra forma de felicidad que no tengan la forma de tus manos. Mientras tú vas desquitándote de mi, con pequeñas dosis de felicidad etérea, con enormes recuerdos de mis pies liándose en tu cama, siendo tu octava maravilla escondida; y actuarás como si no fuera enfermedad para ti o el latido que eleva tu encefalograma.
 Pero yo sigo siendo el destino aleatorio para ti. Seguirás desequilibrando mi orden del sueño, aunque estés cerca, distanciado. Pero dime, ¿Qué hago yo sin mi propio Sol?

Cartas de la chica simiesca. 


sábado, 28 de febrero de 2015

Si pudiera.

Si pudiera elegir, 
enturbiaría más mi alma,
atraparía la locura 
reteniéndola en mi palma.
Seguiría en mi celda de alienada,
transeúnte, perturbadora de palabras.
Hipotecaria cada sueño,
embargaría mis recuerdos,
completos pero rotos en fragmentos.
Repelería  esta calma insana,
la estremecería y lanzaría,
cerrando y mojando una a una mis pestañas.
Si pudiera volver a mirar,
cerraría mis ojos para no ver nunca más.
Rezaría sin creer,
en aquellos dioses del Olimpo que caminan por doquier.
Si pudiera volver a mirar,
vería desde tus ojos, tus pupilas,
cómo es ese final,
de enfrentarse a la muerte,
ver mi alma como vaga 
sin nada ni a nadie que se le aferrara.
Si pudiera volver a sentir,
querría el parpadeo de esa mañana de abril,
sentir tu último sol, 
verte guapa y contenta sin parar de conducir.
Si pudiera querer,
querría ser tus manos,
para sentir que se siente 
dándome un único abrazo.
Querría ser tu risa,
para sentir la cosquilla
cuando pincha la felicidad precisa.
Si pudiera volver al ayer,
escribiría paso a paso,
todo aquello que pensé.
Y si pudiera ser escrito,
sabría que hay dos cosas que 
ahora necesito,
tener algo que decir primero
y luego decirlo.
En cuanto pudiera, 
quitaría de mi mente esta ira,
pero seguirían tan unidas,
como la rosa y la espina.
Querría sentir al suicida, 
derramando entera su vida 
por los roces incorrectos 
con la droga y con el sida.
Pensando que la vida no le admite, 
dice que haber nacido 
ahora es su talón de Aquiles.
Querría entender 
como el dolor no se comparte, 
que el rojo de la herida,
no resulta ser constante.
Abrir mis suspiros, 
para meterme en escondrijos. 
Y que mis secretos fallen
en boca de esa gente no fiable.
Querría ser la hoja,
que vaga por la ciudad,
quería ser ese gato 
que daría sus siete vidas
por una caricia más.
Querría ser los  ojos,
que se entornan en la tempestad,
para mirar sin miedo,
un enero sin su hielo  
en el insomnio dormido, 
cuando despierto y me desvío.
Si pudiera empezar de cero, 
conjugaría correctamente algunos verbos,
Creernos, abstenernos, 
entre ellos. 
Querría devolver 
Aquellos besos que debo,
y para eso unos cuantos
tendrían que bajar del cielo.
Y querría,
de nuevo, entre unos brazos
aprender a ser adicta, 
sin saber que en ese instante 
la vida se vuelve estricta. 
Y volvería a vivir de nuevo, 
uno a uno mis tropiezos,
Siendo ilógico, incorrecto y ateo.
Tantos lastres a medias, 
en unos versos poco libres, 
y deseando que mi alma 
sea libre cuando emigre.
Rotos a medias, 
escenificando y decorando
una mala  comedia.
Si pudiera ser teatro,
pediría una escena intermedia, 
para resolver el acto,
como  Hamlet en tragedia.