Si pudiera elegir,
enturbiaría más mi alma,
atraparía la locura
reteniéndola en mi palma.
Seguiría en mi celda de alienada,
transeúnte, perturbadora de palabras.
Hipotecaria cada sueño,
embargaría mis recuerdos,
completos pero rotos en fragmentos.
Repelería esta calma insana,
la estremecería y lanzaría,
cerrando y mojando una a una mis pestañas.
Si pudiera volver a mirar,
cerraría mis ojos para no ver nunca más.
Rezaría sin creer,
en aquellos dioses del Olimpo que caminan por doquier.
Si pudiera volver a mirar,
vería desde tus ojos, tus pupilas,
cómo es ese final,
de enfrentarse a la muerte,
ver mi alma como vaga
sin nada ni a nadie que se le aferrara.
Si pudiera volver a sentir,
querría el parpadeo de esa mañana de abril,
sentir tu último sol,
verte guapa y contenta sin parar de conducir.
Si pudiera querer,
querría ser tus manos,
para sentir que se siente
dándome un único abrazo.
Querría ser tu risa,
para sentir la cosquilla
cuando pincha la felicidad precisa.
Si pudiera volver al ayer,
escribiría paso a paso,
todo aquello que pensé.
Y si pudiera ser escrito,
sabría que hay dos cosas que
ahora necesito,
tener algo que decir primero
y luego decirlo.
En cuanto pudiera,
quitaría de mi mente esta ira,
pero seguirían tan unidas,
como la rosa y la espina.
Querría sentir al suicida,
derramando entera su vida
por los roces incorrectos
con la droga y con el sida.
Pensando que la vida no le admite,
dice que haber nacido
ahora es su talón de Aquiles.
Querría entender
como el dolor no se comparte,
que el rojo de la herida,
no resulta ser constante.
Abrir mis suspiros,
para meterme en escondrijos.
Y que mis secretos fallen
en boca de esa gente no fiable.
Querría ser la hoja,
que vaga por la ciudad,
quería ser ese gato
que daría sus siete vidas
por una caricia más.
Querría ser los ojos,
que se entornan en la tempestad,
para mirar sin miedo,
un enero sin su hielo
en el insomnio dormido,
cuando despierto y me desvío.
Si pudiera empezar de cero,
conjugaría correctamente algunos verbos,
Creernos, abstenernos,
entre ellos.
Querría devolver
Aquellos besos que debo,
y para eso unos cuantos
tendrían que bajar del cielo.
Y querría,
de nuevo, entre unos brazos
aprender a ser adicta,
sin saber que en ese instante
la vida se vuelve estricta.
Y volvería a vivir de nuevo,
uno a uno mis tropiezos,
Siendo ilógico, incorrecto y ateo.
Tantos lastres a medias,
en unos versos poco libres,
y deseando que mi alma
sea libre cuando emigre.
Rotos a medias,
escenificando y decorando
una mala comedia.
Si pudiera ser teatro,
pediría una escena intermedia,
para resolver el acto,
como Hamlet en tragedia.