Adoro tus ojos color líquida miel y esa forma tan sugerente que tienen de aplastar y convertir en polvo todas las metáforas de mi prosa. Me encanta como me quieres y lo sencillo que parece que sea quererte-aunque luego es un éxodo imposible, una carrera interminable-
Me gusta como no sabes bien tu sonrisa a media luna y la carcajada sonora que enloquece toda la vía láctea. Me vuelve loca cuando eres feliz y se te nota, y conviertes lo malo en bueno, lo negro en blanco y lo difícil en fácil; me gusta porque me haces ser feliz a mi también, aunque sea por efecto de choque y rebote. Adoro saber quien eres y en un arrebato extremo descubrir que eres otra persona diferente-aunque me descomponga el corazón- Me gusta que no quieras a nadie tanto como te quieren a ti, aunque eso me incluya a mi también.
Amor, me gustaba cuando me abrazabas y me enseñabas a paralizar cada uno de tus tendones y luego me decías "otra vez", me encantaba acomodarme en tu pecho y perderme en el latir de eso que decías te había secuestrado yo; me gustaba escribirte en la espalda y que luego te giraras y sonrieras sabiendo todo lo que había querido poner.
¿Sabes? Me gustaba que sonara el móvil a las 10 de la mañana, y aunque la mayoría de las veces nunca lo escuchaba, adoraba leer tus buenos días alegres y tus te quiero falsos.
Me gusta haberte creído, porque a veces la mentira nos hace vivir mejor ¿No es así como funciona tu sonrisa?
Odio la mierda de cama que rechinaba kilómetros bajo tierra y que no nos dejó desplegar el amor; odio también la manta roja con la que anoche me tapé, pero esta vez sola.
Oye, tal vez debería haberte seguido; tal vez encontremos el camino de vuelta y aún tengamos esperando para nosotros "La parte de los ángeles"