miércoles, 24 de diciembre de 2014

Una copa más.

Aquí se hace de día demasiado pronto, mientras tú sigues durmiendo demasiado tarde. 

Veo como la noche quiere entrar cada día en esta habitación vacía de ti, y como los días vienen cada noche para que yo pueda huir.

Veo como las luces se encienden en la calle y un hilito de sol nublado se cuela cabizbajo por mi persiana semiabierta -por eso de si te da por escalar y venir a salvarme- Me gusta como me golpea en la cara. Llevo horas despierta. Pero todo huele bien. 

Veo como te espera mi pieza desencaja -por eso de si te da por venir y hacerla encajar con la tuya- Y me deshago de todas tus idas y venidas, en esta avenida harta de pisar tus escombros. Y mientras tú estás ajeno a mis desastres, yo me giro por si estás detrás de mi, con una de esas sonrisas como el Sol, ese grande, ese que está alumbrando a todo el mundo. Menos a mi.

Me tumbo en mi cama, insatisfecha de no haber abrazado tu cuerpo aún, y le pido recuerdos a estas manos, que dichosas te versaron sin paciencia, mientras mi boli llora porque solo escribe sobre ti.

Llevo dos copas de menos, cinco llantos de más. Siempre quiero bajar el telón antes de que empiece la función. Ni me gustan las falacias ni los cuentos inventados. 

Nadie quiere darse cuentas que llega un punto en el que los corazones son de madera. Ya no se rompen, se queman.

Estoy tocando los vientos de tu aroma, aunque no quiero probar el vino. 
El viento es más suave cuando tu no domas al invierno. 

Una copa más, por favor, nunca está de menos.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Quiero café

Yo y el miércoles cualquiera, donde resuena la noche desastrada en el cuarto de mi quimera.

Me he levantado con migraña permanente, y ya no estás a mi lado. Sólo tengo sabor de cerveza en un campo minado. Habías bebido mi boca irregular, y anoche yo comí la flor de tu juventud; me sabía  a mucho y ahora que te la has llevado cuanto menos me sabe a suspiro. Que fue mi último delirio.

No te gustan las chicas que beben. Y a mi encantan los chicos que por mucho que pidan siempre pierden.

Me he levantado y no se dónde te has ido. En el suelo de mi cocina sigue tu azúcar esparcido. 

¿Dónde estás? Que sólo huelo tu mordisco en mi hombro descompuesto. Que sólo veo tus pisadas en mi subsuelo.
 
Ya se que tenías mucha prisa y la agenda apretada. Que no te importa haber dejado toda mi calma atada. Del miedo que ahora tengo, no puedo paralizar tu estela en mi baño; que aquí sigue dibujada tu sonrisa de estaño. 

Nadie puede ya desvirgar este desastre. Nadie puede soplar el colapso y este miserable lastre.
Tengo resaca, he dormido cuatro horas. Aún puedo ver tus manos huidoras. De mi nervioso gemido, de todo este desdén que tú solito te has comido.

Y ahora estoy sentada en tu recuerdo, en el sofá de siempre para intentar buscar lo de nunca. Esos poemas que dibujaba en tu morena nuca.

Tengo ganas de escribir. Voy a limpiar todos tus restos, a quitar todo tu entusiasmo funesto.
Voy a escribir. Luego quiero café.

viernes, 12 de diciembre de 2014

.

He dejado de sangrar poesía. Quiero sexo con tu espalda, dibujarte de versos los músculos. Luego quiero fumar -aunque nunca he fumado- después puedo salvarte. Aunque tú nunca te darás cuenta -"los que no somos superhéroes luchamos a escondidas"-


Metáforas tóxicas.

Hoy hace un diciembre que te despinté.
Y no queda ya realidad que me quite este esplendor de las sabanas sin tu olor. 

No puede haber verdad en tanta mentira.
Me gustan las mentiras. Soy feliz. 

Hoy hace un invierno que te desconocí. 
No he podido saber quien soy cuando tu dejabas de ser. No he podido quitarte el silencio hueco de tu cariño seco. No he querido salir a buscar tu mundo. Se me hace lejano, se me hace moribundo.

Hace una tarde fría que te desabrigué, 
de mis sonrisas cálidas, de mis mejillas pálidas. Que te he llovido café para que soportaras mis tránsfugas noches no desveladas; yo dormía y tus ganas incompletas se helaban, de mi frío orgasmo, de mi no sistemático espasmo. 

Hoy hace un llanto que te desaté. 
Y he bebido tequila, para no saborear las hieles de tu no amor precoz. Y he querido las mieles de tu triunfo ganador. 
Pero ya no hay estrellas suicidas, porque te dejé las venas vacías.
Y todas mis poesías perecieron en sequía.

Hoy hace un sol extraviado que no muerdes mi tuétano. Que no rebuscas la ejecución de mi sótano. Estoy esperando tus burdas diligencias. Y no sabes que los huracanes de mis pulmones ya no tienen paciencia. Son las sombras de todas mis sentencias.  

Hoy hace un sórdido año que no tengo regazos de abrazos. Han dejado de sangrar palabras. Y ya he gastado mi sexta vida y no te gustan los gatos. La última la quiero para desquitarme. Ya no quiero mirar hacia ninguna parte, sin antes mirar dentro de mi. 

Hace una navidad con desastres desconsolados. De días caóticos  con metáforas tóxicas. De todas mis noches crudas y poemas de Neruda. 

Hoy hace una luna decreciente que de repente la realidad ha venido sin más, únicamente para dejarme un poco menos.