jueves, 13 de junio de 2013

He vuelto.

He vuelto, aquí estoy, en la especie más extrema de mis calientes momentos. Si, mírame,  ¿Sabes? Las cosas han cambiado por aquí. La ciudad ya no diluvia las calles solas y tristes de paseos inauditos, las cafeterías no resbalan los abrazos escondidos, ni en los bares de los ojos cerrados y almas borrachas -como el de esta cálida y sistemática noche- los bailes ya no acaban bien. 
Tampoco hay barcos de papel que van variando de rumbo, que van navegando por doquier, que son guiados por quién sabe qué. Amor, he vuelto, y aún no se por qué. He vuelto en el esfuerzo de guerrera, de esas con capa y espada, de esas que si merece la pena desechar. Todavía corren rumores de que sigo siendo esa chica con alma solitaria y corazón cabrón, con manos violadoras y perfume en la voz; esa de los cuentos modernos sin maquillaje ni crema hidratante, solo jabón dermoprotector; esa con ojeras malvas y barro en el tacón. He venido en el acorde del silencio, ese que tan a menudo acostumbrabas a usar. 
Ya veo, bombón, las cosas han cambiado por aquí, pero las líneas del amor siguen siendo del mismo color. Has subido a esa nube de algodón has bebido los licores del gemido con placer que fundían el amanecer, te has deleitado, me he deleitado, has visto las mejores flores, esas que yo también vi, has pensado que el mundo era mucho mejor, porque bueno, ya ves, así te lo decía yo. Todo es diferente, yo soy diferente también. Ya no sueño tus te quiero ni me enamoro de tus idas y venidas. 
En los soportales las estrellas brillan con mayor intensidad ¿Verdad, amor? Son más limpias las miradas y más reales las caricias; las noches son más puras y menos dañinas, y las mañanas son más inexistentes y menos lujuriosas, amor. Aquí acostada en el felpudo las ansias se llevan mejor. 
Dormida en tu regodeo, de ese vértigo que me aplasta, que me mata, me apuñala, la luna es menos espía y más consejera; si, te dice que esos rumores siguen siendo ciertos, que mi corazón aún es cabrón. 
Aquí en el borde del abismo aún sujetas la faja del corazón, esa que no te deja ni siquiera respirar. Aquí es todo del color de las nubes cuando hace aire, rojo pasión. Aunque nadie nunca nos avisó, que tras lo bueno y perfecto que los besos traen con su magnetismo y misterio, vendrían los caminos más inhumanos, esos que no entienden de razón, donde no hay sitio para los dos, en los que no hay manual de instrucción. Que el amor lleva sujeto también el desamor, cual  una tormenta lleva luego de nuevo el sol, porque ¿A quién no le gusta una tormenta? A mí me gusta oír la lluvia, mientras espero en el umbral de tu ventana, y veo las luces que se encienden.


He vuelto, todo es diferente aquí; he vuelto en formato melancolía, para que te vuelvas cabrón conmigo, para sujetar, si tus miedos te lo permiten, esta mierda de vida que tanto ha girado; he venido   porque todo se necesita y nada se extraña, porque es prioritario hacer que todo sea como antes, que todo quede en su sitio, que las luces se enciendan de nuevo, quizás.

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