He vuelto, aquí estoy, en la especie más
extrema de mis calientes momentos. Si, mírame, ¿Sabes? Las cosas han
cambiado por aquí. La ciudad ya no diluvia las calles solas y tristes de paseos
inauditos, las cafeterías no resbalan los abrazos escondidos, ni en los bares
de los ojos cerrados y almas borrachas -como el de esta cálida y sistemática
noche- los bailes ya no acaban bien.
Tampoco hay barcos de papel que van
variando de rumbo, que van navegando por doquier, que son guiados por quién
sabe qué. Amor, he vuelto, y aún no se por qué. He vuelto en el esfuerzo de
guerrera, de esas con capa y espada, de esas que si merece la pena desechar.
Todavía corren rumores de que sigo siendo esa chica con alma solitaria y corazón
cabrón, con manos violadoras y perfume en la voz; esa de los cuentos modernos
sin maquillaje ni crema hidratante, solo jabón dermoprotector; esa con ojeras
malvas y barro en el tacón. He venido en el acorde del silencio, ese que tan a
menudo acostumbrabas a usar.
Ya veo, bombón, las cosas han cambiado por
aquí, pero las líneas del amor siguen siendo del mismo color. Has subido a
esa nube de algodón has bebido los licores del gemido con placer que fundían el
amanecer, te has deleitado, me he deleitado, has visto las mejores flores,
esas que yo también vi, has pensado que el mundo era mucho mejor, porque bueno,
ya ves, así te lo decía yo. Todo es diferente, yo soy diferente también. Ya no
sueño tus te quiero ni me enamoro de tus idas y venidas.
En los soportales las estrellas brillan
con mayor intensidad ¿Verdad, amor? Son más limpias las miradas y más reales
las caricias; las noches son más puras y menos dañinas, y las mañanas son más
inexistentes y menos lujuriosas, amor. Aquí acostada en el felpudo las ansias
se llevan mejor.
Dormida en tu regodeo, de
ese vértigo que me aplasta, que me mata, me apuñala, la luna es menos
espía y más consejera; si, te dice que esos rumores siguen siendo ciertos,
que mi corazón aún es cabrón.
Aquí en el borde del abismo aún sujetas la
faja del corazón, esa que no te deja ni siquiera respirar. Aquí es todo del
color de las nubes cuando hace aire, rojo
pasión. Aunque nadie nunca nos avisó, que tras lo bueno y perfecto que los
besos traen con su magnetismo y misterio, vendrían los caminos más inhumanos,
esos que no entienden de razón, donde no hay sitio para los dos, en los que no
hay manual de instrucción. Que el amor lleva sujeto también el desamor,
cual una tormenta lleva luego de nuevo el sol, porque ¿A quién no le
gusta una tormenta? A mí me gusta oír la lluvia, mientras espero en el umbral
de tu ventana, y veo las luces que se encienden.
He vuelto, todo es diferente aquí; he
vuelto en formato melancolía, para que te vuelvas cabrón conmigo, para
sujetar, si tus miedos te lo permiten, esta mierda de vida que tanto ha girado;
he venido porque todo se necesita y nada se extraña, porque es
prioritario hacer que todo sea como antes, que todo quede en su sitio, que las
luces se enciendan de nuevo, quizás.
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