domingo, 24 de febrero de 2013

Loca.


El sol peina las montañas dando un cálido respiro a la naturaleza sofocada por las gélidas noches. El mundo comienza a levantarse para afrontar, de nuevo, el día. Un rayito fino y suave se cuela por una persiana recientemente colocada. La almohada, paisaje de sueños y consultas varias, vuelve a su estado natural, cuando alzo mi cabeza abrumada por la llegada de ese gran día.
Un desayuno como otro cualquiera. Café, galletas, tostadas. Saben diferentes. Impresiona saber, como dependiendo del potencial y la calidad del día todo tiene un sabor especial. Las gotas seguidas y espesas caen libremente sobre mi cuerpo, mezclándose con un gel olor vainilla. Dan ganas de comérselo.
Fuerzas, esas que hoy no me faltan, se hacen eco en una despedida, como mucho inesperada.

- Volveré pronto, más bien cada poco- digo sin demasiada tristeza.

- No deberías irte, no deberías arriesgar ¿acaso no has aprendido de la otra vez que lo dejaste todo y te fuiste con un chico? Estás loca.

Loca, así me llama mucha gente. Arriesgar, dejarlo todo y lanzarte al más misterioso mundo lejos de todo aquello que consideras tuyo, efectivamente, es de locos. Dicen.
Pero la locura como la mayoría de las cosas es muy relativa. Es relativa porque depende del punto de vista que se mire y de quien la posea. Todos tenemos un punto de locura en nuestro interior, pero cada uno, de acuerdo con sus convicciones y el momento parcial que está viviendo, decide si es el estado preciso o no, para potenciarla y sacarla a la luz. Así de sencillo es. Para ser justos, he de decir, que todos tenemos la sencilla facilidad de ver la locura ajena, entre otras virtudes y defectos, incluso, la facilidad de criticarla, ignorarla, sofocarla, alejarla y refutarla cuando alguien que no eres tú la deleita libremente.
Pero siendo franca ¿Qué hay mejor que estar loco? El loco es feliz, ignorante, sin preocupaciones, sólo capacitado para ver y absorber aquello que le hace reír, idealista, iluso, soñador y lo que más me gusta, el loco no pregunta por qué, no duda, ni vacila si hacer ciertas cosas o no hacerlas, el loco actúa, se deja llevar, como las olas arrastran al más minúsculo pez. ¿Qué cuerdo no desearía tal embriagador y excitado estado? Ninguno, estoy segura.
El loco vive el momento, hace lo que quiere y lo que sus impulsos le dictan en cada preciso momento de su vida; y si el camino se tuerce y la jugada es fallida, el loco simplemente se queda con lo que ha vivido y la libertad de poder saber lo que ha pasado, habiéndose quitado el peso de la duda.
Si señores, si dejarme llevar e irme con la persona que mueve y bombea cada músculo de mi cuerpo, si guiarme por lo que verdaderamente quiero dejando a un lado el más asqueroso pensamiento de culpabilidad moral, si querer respirar el mismo aire que el chico de mis sueños respira, es estar loca, sí, estoy loca, y mucho además.

- Adoro estar loca- Dos suaves besos nos despide, hasta pronto...


Alguien dijo algún día:
"La risa, ella sola, ha cavado más túneles útiles que todas las lágrimas de la Tierra."




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