jueves, 28 de marzo de 2013

No más promesas.

No voy a decirte que te voy a esperar toda la vida. En realidad no creo que haya persona humana que esté capacitada para esperar durante toda la vida a otra persona. Al final, todos aquellos que se entregan en algo más que cuerpo y alma, acaban percatandose de que la vida es efímera, que han desperdiciado sus más preciados momentos dedicándolos a otra persona que en realidad nunca daría lo mismo por ti. No voy a decirte que siempre estaré sonriendo en mis más luminosos días y también en los oscuros; seguramente todo el mundo tiene etapas buenas pero a menudo también malas. Tampoco voy a decirte que voy a dedicarme únicamente a ti. No creo que puedan haber personas que piensen sólo en aquella que tienen en frente, sin desviar unos milímetros sus intereses hacia su propia persona. No voy a prometerte las riquezas más memorables, ni la casa más lujosa, ni el coche más caro, ni comidas o cenas en los restaurantes más pijos, ni la ropa de mejor marca, ni las playas más paradisiacas y cristalinas, ni tampoco puedo prometerte la mejor vida, no puedo prometerte nada de aquí a mañana, absolutamente nada, y creo que es necesario que lo tengas claro.
No voy a decirte que nunca te haré llorar, estoy convencida en que en algún raro momento de mi extraña y locuaz existencia mis palabras se truncarán, los nervios me absorberán y seguro que diré cosas tan feas y difíciles de escuchar que el mar de tus ojos brotará. Desde hoy puedo pedirte disculpas por si llega algún día ese maldito momento.
No puedo decirte que vaya a ser buena. En realidad nunca lo soy, y lo cierto es que me gusta no ser del todo buena; es imposible que te haga creer que seré la mejor persona. En ocasiones seré tan mala que ni siquiera querrás estar más a mi lado, te pido también perdón por si ese estado en mi se hace notar.
No voy a asegurarte que no romperé tu corazón, aunque luego inevitablemente me apresure a reconstruirlo. Siento mucho afirmarte que algún día te querré menos de lo que en realidad querría quererte; luego seguramente me desharé de todas esas mierdas mentales y volveré a enloquecer por ti. No puedo decirte que siempre todo será bonito, ni que siempre tendré tiempo de involucrarme en nuestros juegos de noche; habrá momentos duros en los que seguramente no podremos continuar y tendremos que ayudarnos en uno al otro. Y que al final ni tú tirarás de mi, ni yo de ti.
Habrá días en los que sentiremos que esto ya ha tocado su fin, y no puedo asegurarte que intentaré remar de nuevo contigo, ni que no permitiré que el barco se hunda. Lo siento, pero no voy a poder decirte que siempre seremos uno. Porque habrá muchas veces en las que, aunque estando en la misma casa, nuestros caminos se bifurquen y nuestras almas se separen forzadamente y entonces cada uno hará su camino; y no puedo prometerte que intentaré volver a unir esos caminos en un solo.
No, amor, no voy decirte ni a prometerme nada del futuro, nada que luego, por las circunstancias, de un giro inesperado de 180 grados, y mis promesas se queden suspendidas en el aire. Lo lamento, pero no voy a prometer cosas que hoy mismo no poseo, no voy a hablar de lo que mañana puedo entregarte, no voy a hacer hincapié en todas aquellas cosas que casi seguro te proporcionaré. No puedo decirte nada que no hable de hoy, de ahora, de este preciso y corto momento.
Sin embargo puedo decirte que haría ahora mismo, que cosas si tendrás hoy.
Hoy te doy todo lo que hay en mi, sin saber si quiera si para ti resulta ser poco o mucho. Que en mis más sazonadoras y refrescantes noches nuestros besos sean la calma perfecta que durante el resto del día nos es imposible encontrar. Hoy en nuestro viejo piso, tenemos las mejores cosas nuevas, nuevas porque cada minuto se multiplica por mil o más si cabe. Hoy puedo no hacerte llorar, ni mucho ni poco sino nada de nada. Hoy tu corazón sigue intacto sin un simple y doloroso descosido, limpio, capacitado para de rebote dar lo mismo que se le entrega.
Hoy ambos remamos hacia la misma playa, puede que no tan paradisiaca y brillante como en nuestros siniestros sueños, pero es un mar tan bello como cualquiera, en el que nuestros pies caminan descalzos y se mojan con la salada agua como en otra isla lejos de nuestras pisadas. Hoy tienes los mejores besos que en mi, supongo, pueden nacer. Nuestro camino, si, es uno, que se dirige hacia no se dónde, hacia dónde no me importa mientras sea contigo. Hoy no hace falta que el uno tire del otro, pues tenemos las fuerzas suficientes, no sólo para que esto salga aflore sino para que desde muy lejos vuele, vuele alto. Hoy no hay nada mejor que la tarde jugando a hacernos cosquillas, o locamente a creernos que somos dos buenos gimnastas de la mejor compañía del mundo con unas piruetas tan imperfectas como graciosas.

Puedo prometerte que hoy no hay nada mejor que tus manos quitándome la ropa, que tus ojos repasando mi cuerpo, que tu olfato oliendo mi cuello, que tu boca mordiendo la mía y tu lengua encontrando mi lengua; que no hay nada mejor que mis manos acariciando tu pelo, que nuestras almas fusionadas como un puzzle cortado en sintonía, como las noches de largas y aderezadas conversaciones solo tuyas y mías, nuestras. Hoy si puedo decirte que voy donde tú vayas y me baño donde tú te bañes, que te espero si hace falta que espere, y todas esas cosas que hacen falta que se te presenten, yo te las doy. Hoy cruzo océanos de tiempo para encontrarte. Hoy aunque llueva es un bonito día para vernos de nuevo. Hoy yo soy para ti, y tu para mi. Aquí, ahora, esto es lo más parecido a la asquerosa perfección, lo más parecido a ser feliz, a estar contento. Hoy esto es el máximo sentimiento interior representado en nuestro exterior. Hoy estamos enamorados, nos comportamos como niños; dos tiernos e inocentes niños que se han olvidado de muchas heridas, que viajan sin salir de casa, que no se preguntas y sencillamente viven la vida. ¡Viven la vida! se quieren si condición sin preguntas ni molestias, sin albergar nada que nada haya aquí. Dos niños que borran todo lo demás, porque el resto sobra, porque no es necesario. Nos hemos enseñado a conjugar el verbo amar. Ahora mismo estamos aquí cada vez que nos jugamos la vida,y en esos momentos en los que nos percatamos que vivirla merece la pena. Hoy mismo nos ocupamos en un sencillo acoplamiento donde yo pongo el hasta cuándo para que tú puedas, sin dificultad, ocuparte en el hasta dónde.
Hoy no nos preocupamos de los más vanidosos momentos incapaces de proporcionar felicidad, y cavilosamente, si es necesario, construimos nuestro mundo donde no quepan malos rollos ni malos días. Hoy si somos uno. Tú me salvas a mi, y yo te rescato a ti.









No hay comentarios:

Publicar un comentario