lunes, 11 de marzo de 2013

Mentiras.

Mentiras. Son dolorosas, frustrantes, sigilosas y entorpecedoras.
Pero forman parte de tu vida. Las cuentas cuando llegas tarde al trabajo, por la tardanza a una cita, por un examen mal realizado, a tu madre sobre el porqué llevas la falda más corta de lo habitual. Siempre, cada día, ahí están.
Es una verdadera pena que la gente no entienda la finalidad de ellas. Yo, sin embargo, lo veo demasiado claro.
A menudo las mentiras esconden la más verdadera ilusión de ser libre, sí, locamente libre. Con las mentiras podemos hacer lo que verdaderamente queremos sin importarnos para nada lo que los demás puedan pensar; nos ayuda a actuar según nuestro beneficio, con un gran margen de movimiento. Mentir supone esconder algo, de lo que no te sientes orgulloso; ahora bien, si haces algo es porque verdaderamente quieres hacerlo y la única razón por la que puedes sentirte avergonzado e intentes ocultarlo es la opinión ajena. Es así, quieras o no. La sociedad ha dado como cierto que ser sinceros y decir la verdad es la mejor opción para que todo marche bien. Pero no, las verdades pueden ser un arma de doble filo.
Cuando una persona comete un error, esconde y oculta alguna cosa, o dice algo que no es real, en su mente se libra una batalla importante, una batalla moral sobre que hacer y cómo actuar. Empiezan los remordimientos y la incansable lucha de mantenerlo todo callado o decir la verdad de una puta vez. Empiezas a pensar más de lo común, a no dormir por las noches y te planteas un millón de alternativas sobre cómo sacarla a la luz o de lo contrario dejarla más dormida aún.
Hay muchísima gente que se queda con sus mentiras y se convence a si misma de que realmente no lo hizo tal mal, hasta tal punto que finalmente llegan a creer en ese mundo paralelo. Otros, en cambio, no soportan la presión a la que su mente le somete y acaban contando la verdad. ¿Pero cuál es la verdadera razón de decir la verdad? Sinceramente, y en mi opinión, el egoísmo. Cuando una persona oculta algo importante, al menos importante o dolorosa para otra persona, y siente el impulso incondicional de contar cual es la verdadera realidad, lo único que pretende es quitarse una dura y pesada carga. Puro egoísmo. Normalmente no pensamos en lo que se puede leer entre líneas de frases como: " no hagas lo que no quieres que te hagan". Se da por hecho que duele y lastima hacer algo que a ti también te dolería y te lastimaría; la gente piensa que es obvio ¿no? Piensa en tu dolor y evita el dolor de los demás. Supuestamente por la otra persona ¿No es así?Pues no, no señores, no. Lo haces única y exclusivamente por ti. Esta claro, la única razón que tengo para contar algo que, tal vez no tanto para mí pero si para los demás, está mal hecho es quitarme el peso que no me permite dormir, es sentirme bien conmigo misma, librarme de todo aquello que hice mal para después decir que al menos he sido sincera y quitarle hierro al asunto... Pero tus mentiras y errores seguirán siendo mentiras y errores tapadas con el velo de la sinceridad. Lo que no te has plateado es lo mucho que puede cambiar la vida o el momento actual de la persona con la que has decidido sincerarte. Es así de fácil, cambias tu calma y "felicidad" para que la otra persona, a quien dices amar o querer, vea irse su calma y "felicidad" por la puerta. Te quitas la liberación que te oprime y no te deja avanzar para que la otra persona tenga el dolor de aquello que tan mal hiciste o el error tan grande que cometiste.
Con la mentira, aunque parezca extraño, la gente es feliz, el que ignora y no conoce, a menudo, vive la vida sin condición; la verdad, por el contrario, sólo te ayuda a preguntarte cuantas veces más te han podido engañar, sólo te hace daño, te llena la cabeza de mil cuentos que la mayoría de las veces construyes para olvidar algo que siempre tendrás presente; ser sincero te quitara la carga, pero siempre habrá una persona que estará ahí para recordarte lo mal que lo hiciste y lo capullo que fuiste, lo único que lograrás es expulsar algo de ti para ponerlo en otra persona. Ya ves, a veces es mejor mantener la boquita cerrada, incluso creerte que realmente no fue un error exagerado, que actuaste siempre bajo tu libertad. Hay veces que para salvar nuestro pellejo hay que decir una pequeña mentira blanca y piadosa.
Ahora bien, cuidado, porque lo único que hay peor que la verdad son las mentiras que se cuentan para taparla; y una vez empiezas ya no puedes parar. Tú eliges.
"No te acuerdes del daño que te hicieron sus mentiras sino lo feliz que fuiste con ellas"



"Sin mentiras la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento"




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