martes, 5 de marzo de 2013

Alma.


Esta mañana con la niebla blanquecina, su espesor húmedo, la llovizna molesta y la nieve casi desecha por el paso de las horas, un interrogante me ha abordado con tal intensidad, que durante todo el día mi mente no ha querido estar presente en el mundo terrenal.
Oí en el buen y agradable programa de Javier Cárdenas como se quedaban asombrados acerca de unas investigaciones relativas al alma.
Se contaba como unos científicos intentaban corroborar su existencia. En fecha de 1907 se estudió varios cuerpos sin vida ya. Los ponían encima de una báscula, lo suficientemente grande, obviamente, para soportar su peso. No sé muy bien, si se hacía con personas prácticamente ya dispuestas a marcharse, quiero decir, que estaban a punto de fallecer, en poco. La cuestión es que se pudo verificar en la mayoría de los casos, por no decir todos, que en el momento exacto de la muerte, o quizá unos minutos más tarde el cuerpo perdía una parte del peso que antes de fallecer tenía. La media era 21 gramos. Al principio pudo pensarse que se debía a la deshidratación, pero luego se llegó a la conclusión de que dicho factor debía tardar bastante tiempo más. Así que las dudas pudieron ser afirmadas por estos científicos, tal vez no fuese creída ni entonces ni ahora por demasiada gente, pero lo que si está claro es que ellos creyeron firmemente en su hipótesis. La cosa no queda ahí. Otros científicos (ignoro la fecha de la investigación) se volcaron en intentar visualizarlo de una forma más demostrable, más empírica. Utilizaron cámaras especializadas de última generación, capacitadas para captar la energía, como el ojo humano no es capaz. Bien, los resultados fueron bastante sorprendentes: dependiendo del modo en que las personas dejaban de vivir( y con esto quiero decir si era una muerte natural, una muerte inesperada o incluso un suicidio) se podía observar, con las capturas realizadas con esas cámaras, como en un tiempo calculado en horas, la energía iba saliendo del cuerpo yaciente. En progreso, primero de la cabeza, luego del ombligo y al finalizar del corazón. Si la muerte era natural tardaba menos que si era una muerte inesperada, y a su vez esta última tardaba menos que una muerte por suicidio.
En el programa se dejo caer, de pasada, sin tampoco demasiada importancia, la compatibilidad de ser científico y estudiar estos casos. Comparto por completo la opinión del programa. Se ha demostrado a lo largo del tiempo que no por ser científico, y aunque no lo seas, no por estar más apegado al modo de descubrir las cosas de manera experimental, verificada y demostrada, tienes que no poder creer en la dualidad de cuerpo y alma.
En mi opinión son cosas bien diferentes. Religión y ciencia has sido durante un largo tiempo enemigos. Han discrepado en cosas lo suficientemente importantes como para cambiar unas cuantas opiniones. Pero en lo que más varían no es en el resultado, sino el camino que puede llevarles a alcanzar dicho resultado. Simplemente la ciencia, supongo, intenta que nada quede suelto y que todo quede demostrado.

Pero esto no es lo más preocupante. No me importa que haya personas más afines a la creencia o fe de que el cuerpo y alma son cosas diferentes y únicas, y que además llegado el momento dejan de caminar juntas, cada uno tiene su opinión, yo tengo la mía.
Recuerdo como en el instituto se engendró la duda que hacía tiempo ya había querido ser despertada. Leí acerca de religión órfica; empecé a comprender que, quizá, había algo más que un cuerpo que camina, definitivamente, sin sentido, sin ningún tipo de finalidad. Esta religión era bastante más "retorcida", afirmaba que además de que el alma y el cuerpo son cosas diferentes, decía también que el cuerpo era la cárcel del alma, y que esta última debía intentar ser liberada, despojarse de todos los vicios que el cuerpo absorbe. Una religión, nada más.
Pero cuando una persona, tal que yo, empieza a sospechar y a preguntarse acerca de esta dualidad, no creáis que simplemente se pregunta y después se acuesta sin más dilatación; es entonces, cuando hay un millón más de dudas, y un puñado más de preguntas sin respuesta. Y te percatas que detrás de todo esto hay mundo que desconocemos. Posteriormente muchísimos filósofos han defendido esta idea. Así como Platón, con la teoría del mundo materia y el mundo inteligible, además de diferenciar las ideas de lo material, diferenciaba también cuerpo y alma. Y así suma y sigue. Muchas religiones han defendido esta teoría y muchos científicos y psicólogos ahora también.
Rara vez hay humo sin fuego. En mi opinión.
Ahora bien, yo, por ejemplo, entre mucha gente más, ya doy por hecho que hay algo más que todo esto que podemos visualizar. No hablo de que haya un cielo con un Dios dispuesto a juzgar si has sido bueno o no en la tierra; cada uno lo llama como quiere. Yo extraterrestres. Lo que digo es que deberíamos plantearnos donde va esa energía, esa alma o lo que quiera que sea. Puede que en forma de mente, en forma de un yo pensante, o energía consciente, pero lo que más me intriga es saber si todo esto será a sabiendas de uno mismo; quiero decir, una vez este mundo se acabe para mi, esa sustancia que se marcha ¿Dónde va? Simplemente se evapora ¿O camina y deambula libremente por doquier? Y de ser así, mi energía, mi alma, mi mente, no será la única ¿no? Y si no está sola ¿Dónde puedo encontrarme con aquellos que un día se fueron?
Intrigante, sofocante y misterioso. Pero real.

"Dicen que la muerte pesa más a los vivos"







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