¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Dime? ¿Vamos a rebatirnos de espasmos
tiernos y ojos de miradas sucias con alambres en el corazón? ¿Qué es lo
siguiente que vamos a llorar? ¿O lo siguiente qué vamos a imaginar? ¿Nuestros
puños luchando contra la putada de la vida, los locos que abortan el amor?
¿Vamos a nadar en esa piscina vacía y
venenosa y hundirnos en la más miserable mierda? Sinceramente y sintiéndolo
mucho, lo dudo.
Vamos a dar una paliza a la costumbre que nos observa y no nos
deja casi ni avanzar, vamos a dar en la boca a esos que no confían en tus
besos. Vamos, pero vamos de verdad hacia delante, hacia donde me da lo mismo si
me miras, hacia la línea imaginaria, hacia lo absurdo que solo tú y yo
entendemos.
Vamos a nadar en ese río que tienes por
manos, en ese mar que tienen tus ojos, esos que ahogan los míos en el borde de
esas miradas que se sienten en todos nuestros tendones, que se me encogen cuando
haces peligrar toda tu vida, sin mirar el mañana, pero que me gusta más que
Shakespeare, más incluso que escribir y esconderme en esas palabras que mis
dedos tanto abrazan con esa desesperación. Vamos a no querernos, vamos a
inventar nuestra forma de amor, con las reglas más sucias y morbosas que
imaginemos tu y yo, nosotros; vamos a no vivir en esta locura, vamos a
morirnos, vamos a quedarnos en ese infierno, quiero que seas un demonio bueno y
yo tu ángel malo. Quiero romper los esquemas de la Vía Láctea, quiero que brillemos
por encima del sol... Quiero que nos follemos la soledad, que nos fumemos la
ciudad y sus calles y que nos bebamos la maldita rutina. Quiero ser peligrosa
contigo y peligrar sin ti.
Vamos a ver el cielo desde aquí, cuerpo
con cuerpo que es mucho más bello. Vamos a reírnos de nada, y a llorar por
todo. Vamos a cambiar de planeta, a coger una estrella, a marear las venas que
bombean tu corazón.
¿Qué quieres hacer ahora? ¿Dime?
Ya sé. Empieza por desayunarme
que yo tengo hambre de ti.
¡VAMOS!
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