jueves, 16 de mayo de 2013

Dibujarte.

Te estuve esperando hasta bien entrado el temperamento de la noche. No viniste. Hice tiempo pensando en tu mano, tu mano de porcelana que seguro, imagino, debe tocar caliente.
Caminábamos sobre un suelo asustadizo de amapolas amarillas, rojas, naranjas y de colores que aún no se definir; respirabas tan lento, tan, tan despacio, que a veces pensaba que habías ahogado tu último día de sol. Todos mis músculos eran pasto de cada uno de los guiños de tu nerviosa risa. Contraías tu abdomen cada vez que gritabas: ¡Te amo! y yo... yo llegaba a un punto de demencia lineal, insalvable.
Tu boca y mi boca jugaban curiosas, donde tu lengua llegaba hasta el final, hasta el final, donde se da un zarpazo al corazón; si, en mis sueños.
Pero te estuve esperando hasta donde las estrellas murieron y el sol empujaba fuerte para nacer. No viniste.
Te he dibujado de todas las maneras y de todos los colores; con líneas finas y gruesas, te he dibujado en un blanco papel, en mi mente libre y puta de imaginar hasta doler, hasta doblegar las intenciones. Te he pensado una vez, y dos, y tres y otra vez más, y otra... tanto que el mundo era nuestro, que el mar y la tierra se movían a nuestro antojo. Pero no viniste.
He dibujado cada tendón de tu cuerpo aquí... aquí sobre el mío.
Nuestros oníricos ojos solo han saboreado un pequeño encuentro una sola vez, pero yo te estuve esperando...yo te sigo esperando, te sigo dibujando...por sí quienes respirar lento para ahogar tu último día de sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario