viernes, 4 de octubre de 2013

Tu talón de Aquiles.



Esta es la penumbra de este octubre, con sus hojas pelirrojas adornando mis botines, la lluvia de media hora que moja mis encantos y me recuerda tu partida. Este es el mundo de mi obsesión y que como ves, no tiene solución.
He notado esta noche como me he ruborizado ante un beso imaginario, me siento pequeña ante tu recuerdo, ese que es tan puñetero que ha detenido el mundo, que ha paralizado mis instintos y marchitado mi sonrisa.
¿Qué puedo hacer? Supongo que una no elige lo que siente, ni siquiera elige como reprimirse, sobre todo si se ama de verdad. ¿Sabes cómo no? Romper los esquemas de tu propia mente, elaborar rosales perfectos en el desierto de la nada, localizar el frio en tu cálido suspiro, hilar las roturas de los temores pasados que podridos infectaban cada minutero, sanar el más corrompido corazón, volar sobre tu propia realidad, descubrir una parcela en la que solo caben besos sonoros y abrazos faltos de respiración; así hubo un tiempo en el que yo te amé, tanto incluso que no puedo encontrar definiciones exactas para el estado de mi entonces alocado corazón; y no te rías, ambos sabemos que lo que pasó coincide con la definición de ilógico; ni siquiera puedo decir que fue real, lo único que me atrevo a decir es que, en la medida de lo posible,  experimenté las raíces de un mundo diferente y bello que se disipó tan rápido como de rápido fue tu parpadeo. Y es precisamente eso lo que hace que haya sido tan perfecto, porque todos sabemos que lo bueno y corto, dos veces bueno.
Pero ¿Sabes? Estas líneas son la única forma que yo tengo de hacer que penetres en mis ya destrozados y descompensados sentimientos; puede que tal vez sienta la necesidad de decirte: Adiós, ¡Qué te vaya bonito! Y que entiendas que no hay nadie que pueda esperar eternamente; tal vez, en realidad ni siquiera pueda decirte adiós en toda su totalidad, pues estoy segura que mis dedos y mis musas volverán a reclamar tu pesada presencia, y yo, obediente y sumisa, tan solo podré complacer forzadamente.

Y yo sigo desierta en tu mundo, naufraga de los días que dejabas pasear tu sonrisa sobre la mía. Y siempre, del ocaso a la mañana, me escuece el desgarro que tus manos dejaban sobre mis mejillas ilusionadas.
Todas las noches se me enturbia el dolor y decide despertarme y con un aire repentino me trae tu olor. Mis sabanas me susurran:
- ¿Quién encharca tus ojos?
- El mismo que un día los hizo brillar- Le digo yo.
Y yo sigo teniendo banca rota de ilusiones y tú… bueno tú…sigues siendo infeliz y cobarde, y sigues llevando esa mentira de vida porque no tienes valor para ver que tras las fronteras de tu ayer, te esperan las fronteras del hoy. Y que triste te debes sentir de haber saltado y haber sido feliz para regresar a ese puto alcantilado, a ese punto de partida dónde sabes muy bien que no va a funcionar, también lo decias tú.

Yo sigo creyendo que mis letras son tu talón de Aquiles, y aún recuerdo cuando me leías y me decías:” ¡Me matas con estas cosas, gorda”






 Y tú me matas a mi con estas cosas.

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