viernes, 13 de septiembre de 2013

cacique de palabras:2

Hoy las sombras del crepúsculo no han sido mucho más variantes que las de ayer. El día ha sido igual de poroso y naufrago como el primer día que me dejó. 
Si, me dejó ¿Dónde? En los caraoques de voces desafinadas, en los amaneceres de nubes negras difuminadas, en el canto de sirena absorbiendo marineros guapos, aquí  en la puta soledad.
Y se fue, de la noche a la mañana; y no me di cuenta que día dejó de quererme.
 En realidad el otro día volví a saber de él, ¿Queréis saber que me dijo? Que era imposible olvidarme, que ahora no podía deshacer lo que ya había hecho; ya sabéis...me decía que las cosas eran difíciles, complicadas. ¿Quién sabe? Tal vez si me quiera y realmente su vida sea algo enrevesada. Puede ser.

Pero ahora tengo un serio problema: no sé diferenciar cuando una persona me miente o me dice la verdad; es tan parecida la cara de un mentiroso y uno que no lo es, imaginad: dos ojos, una nariz, una boca, dos cejas que se mueven al unísono, una lengua que vocaliza las mejores lindezas del mundo, un ceño que rara vez deja de fruncirse ¿Dónde está la diferencia? 

¿Sabéis que odio también? Las mentiras, y las putas verdades que luego se cuentan para tapar la mentira. Mentiras y más mentiras. ¿Queréis que sea sincera ahora yo? Veréis, yo también soy una mentirosa del copón. Supongo que esa es la verdadera razón por la que no las soporto; sé como funcionan, sé como corrompen el más sano corazón. Lo malo es que, miradme, ya no sé diferenciar la verdad de la mentira y la única razón es que los grandes mentirosos para mentir, acaban creyéndose su  "verdad" y adoptan una postura completamente real. 
Así funciona mi sonrisa: llego a creerme que soy feliz y todos vosotros acabáis viéndome sonreír felizmente. De ahí que me llamen "cacique de palabras" 

 Pero entre zumbidos de nostalgia, ilustraciones de realismo irreal, un hola ¿Qué tal? Él me ha dicho que le importo, y que no quiere estar con ella. Y yo quiero estar otra vez contando sus defectos y haciéndolos míos; y por improbable que resulte todas las mañanas acabo acariciando nuestro pasado y acabo creyendo que él y yo somos posibles. 



Soy feliz, sonrío felizmente, enserio.





Amapola. 

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