lunes, 2 de septiembre de 2013

Whisky del bueno, moreno.

Que así de fácil ha sido el equívoco de tus ásperas manos, como de áspero ha sido el destino de putadas varias y de locuras ferroviarias en ese tranvía que tus mentiras llevan hacia lo hondo de este pozo de desesperación . 
Ha sido claro, como la luz del día, que de tenerte delante te cantaría las veces que mereces yacer solo en el umbral de la puerta de mi esperanza, tan solo y desolado como de solos están  este whisky y mi rabia.
Te vomitaría que daría todos los veranos de esta corta vida por que te jugaras otra vez la piel, porque te arañarás la sonrisa que resuena en el hueco de tu corazón, porque de veras que pienso que ahí debes tener un revoltijo de muchas sucias cosas y todas feas, todas malas, muy pocas bellas y poco amor. 
Te lloraría para que al verme desojar lluvia interminable arrugaras tu alma y sintieras compasión, aunque dudo por un instante que haya algo en ti parecido a la empatía; aún así, dudaría como siempre he dudado que tus te quiero fueron falsos y te llevaría a esa máquina de los sueños, y soñaría  contigo aquellas noches del olvido, de la magia verdadera, de las risas nerviosas y de los besos cautivos que nunca fueron esclavos, que nunca estuvieron presos.
Y dudaría sin pensarlo que las caricias de tus manos con mis manos  eran cristales que arrancan el tiempo que influyen la tempestad de estos ojos cansados de buscarte por donde no estas. Dudaría de que tus abrazos son el lugar más escabroso del planeta, pensaría que en realidad son el paisaje mejor visto, de amapolas rojas, de prados verdes. 
Podría dudar de todo aquello que me araña el sentimiento, y podría seguir engañándome; o no... Podría saber de una vez que el que miente una, miente mil más, podría ser clara de una vez ya.
Que me costará olvidar tus lindezas 17 tazas de chocolate con avellanas, 5 noches de pura diversión y una tarde frente a las letras de la pasión; y aún así, seguro, que apareces en la esquina de mi temor.
Que necesitaría un millón de narcóticos para subsanar este amor, una botella de whisky del bueno y una boquita de caramelo; Y seguro que aun así recuerdo lo mucho que te quiero. 
Que esa noche, al alba, tendría  que haber partido  para no volver. Y me quede para poderte querer.

Que dibujo con mi nostalgia y este trastorno obsesivo compulsivo los lastres de tu desnudez y yo intento no acordarme cuando estabas encima de mi ¿Sabes? Pero es que todos los días tienen ese bonito instante de hacerme notar tu abdomen sobre el mío, subiendo y bajando, apretando fuerte, moreno.















¿Por qué piensas que siempre escribo sobre ti? 


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